lunes, 5 de enero de 2015

Candelario, entre el agua y la piedra

Este pueblo de montaña está ubicado en el extremo sureste de la provincia de Salamanca. 

Paseando por sus empinadas calles con regadera (canalillos con agua cristalina recogida de los neveros de su sierra), podemos ver que Candelario tiene construcciones muy características: casas de más de dos alturas con muros anchos de piedra, grandes balcones de madera, tejados de grandes aleros y las célebres batipuertas. 
Las batipuertas, para unos defendía la casa de las frecuentes nevadas y para otros permitían el airear la vivienda sin temor a que entrara el ganado que merodeaba por las calles. 
La iglesia de Nuestra Señora de la Asunción es el edificio más sobresaliente de la villa. De grandes proporciones y diferentes estilos arquitectónicos ( mudéjar, barroco, románico y gótico). Su interior lo componen tres naves, separadas por grandes arcos semicirculares.La primera piedra se colocó en 1329, pero en el siglo XVII se hundió y hubo que volver a edificarla por iniciativa del duque de Béjar. En la torre de 28 m. y entrada exterior, se instaló el reloj que marcaba el tiempo de la villa. La torre primitiva se hundió en 1929, durante una tormenta, y al reconstruirla ya no se remato.

 
Dentro del pueblo son numerosas las fuentes que salpican cada rincón; así tenemos, la de La Hormiga, la de la Carretera, la del Parque, la del Arrabal, la del Barranco, la de la Ánimas, la de la Corredera, y así hasta once.
Bajamos por la calle mayor hasta la entrada del pueblo donde está la ermita del s. XVIII del Santísimo Cristo del Refugio. Tiene un porche en la entrada sostenido por cuatro columnas. Lo más destacable es un retablo de madera con la imagen del Cristo y el artesonado de su interior. 
Seguimos nuestra ruta hacía el sur. Paramos a cenar en la plaza mayor de Cáceres. Dimos una vuelta por el desierto casco antiguo, todos los cacereños estaban en la Cabalgata de Reyes.

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